domingo, 15 de enero de 2017

Hoy... ¡Vamos a coger el pincel! Galletas decoradas.

¡Buenos días de domingo!
Escribo esta entrada ligeramente emocionada porque lo que os voy a enseñar esta mañana son mis primeras galletas pintadas.
Sé que si las miras a fondo tienen defectos, el trazo podría ser mejor, la definición de los colores también, la glasa seguramente también, pero si tenemos en cuentas que es la primera vez que cojo un pincel desde los 13 o 14 años y que cuando lo hacía en aquellos momentos era por mera obligación escolar y tenía un desastre como resultado... ¡Estoy contenta!

He hecho antes galletas, glaseadas, con fondant, con chocolate... pero ninguna me provoca la emoción que me provocan estas, porque realmente cada galleta es única, pero en el caso de las galletas pintadas, cada una de ellas va a tener un sello distintivo porque ninguna es igual a la anterior.
De unas 8 o 10 galletas que pinté, sólo dos o tres me han quedado como yo quería realmente pero no importa porque no se trataba de haberlas hecho todas iguales, que me habrían quedado bonitas y fin del asunto, sino de probar, de jugar con los colores, las cantidades de agua, los dibujos, el saber cómo lo iba a aguantar la glasa... Ha sido emocionante y espero conseguir que todas y todos los que leáis algún día esta entrada os pongáis manos a la obra y echéis mano a los pinceles que tengáis en casa y empecéis a jugar con vuestras galletas.

Bueno para empezar os pondré la receta de las galletas, he probado varias, entre ellas una de chocolate y mandarina que sale fenomenal y aguanta el horneado y el glaseado, pero para mí el sabor clásico de la galleta de mantequilla es sin duda el mejor.

Hay algo mágico en hacer galletas, desde la sensación de terminar la masa con las manos, al olor que sale del horno y que envuelve toda la casa, es algo romántico, especial.., ¡Es maravilloso!

Esta receta sale de combinar la que aparece en el blog con azúcar y algodón y la que nos dio la propia Verónica de este mismo blog en su curso de galletas.

RECETA DE GALLETAS DE MANTEQUILLA
- 250 g de mantequilla a temperatura ambienta (cuanto mejor la mantequilla, mejor el sabor)
- 125 g de azúcar glas o icing sugar. No salen demasiado dulces, porque ya con la glasa sobra. Si nop vais a glasear, hay que poner algo más de azúcar.
- 1 huevo tamaño L
- Esencia de vainilla
-500 g de harina (usamos 480 y dejamos 20 para espolvorear la mesa).

Es muy importante, en la elaboración de galletas, no pasarse con el amasado porque integramos demasiado aire, asi que si usamos robot ponemos la pala de amasar y si es a mano, paciencia y cuidado de no integrar demasiado aire en la masa.

Para empezar mezclamos el azúcar con la mantequilla y lo batimos bien hasta que está perfectamente integrado y tenemos una masa que ha blanqueado y es homogénea.

El siguiente paso es añadir el huevo y la esencia, esto lleva un poco más de tiempo por la textura de los ingredientes, no perdáis la paciencia, que al final se consigue.

Añadimos la masa y cuando se quede pegada a la batidora la sacamos y la terminamos a mano, usando la harina reservada para espolvorear la mesa. Añadimos harina y amasamos hasta que tenemos una masa que no se pega a las manos.
No añadimos más harina de los 20 g reservados, no hace falta.

Una vez terminado, dejamos la masa reposar 15- 30 minutos, después la dividimos en dos partes, las colocamos entre dos papeles de horno y las amasamos.
Debemos dejarlas reposar en la nevera como mínimo 30 minutos, o en el congelador.
El resultado es mejor si las dejamos toda la noche en el frigorífico, pero en mi caso como estaba ansiosa y quería hacerlas ya, las dejé en el congelador una hora y me puse manos a la obra.

Antes de sacarlas del frío, precalentamos el horno unos 170 grados calor arriba y abajo y cuando está listo, sacamos las galletas, les quitamos el papel de horno, las cortamos y al horno. Para que sean aún más perfectas, si después de cortarlas las metemos al frío nuevamente 15 minutos es mejor.
En mi caso, yo las saqué a la ventana, pues en Oviedo estábamos a 1 grado, así que fue suficiente.

Los recortes, los amasamos, los ponemos al frío y vuelta a empezar.

Las galletas deben estar en el horno, unos 10 minutos, depende de cada uno, hasta que los bordes estén doraditos, a más dorada la galleta, más resiste a las manipulaciones, pero que tampoco se os quemen que no es plan jaja.

Parece lioso, pero es fácil, especialmente si lo haces de un día para otro que ya están bien frías.

Después, cuando hemos sacado todas las galletas del horno y están ya frías las glaseamos, en el caso de las galletas pintadas, lo mejor es la glasa blanca porque permite cualquier dibujo en ella y de cualquier color.
No os agobiéis si el resultado del glaseado no es perfecto porque al ir pintadas, no destaca tanto como si el glaseado fuera la única decoración existente en la galleta.

Y luego ya, elegís un diseño, si sois manitas lo dibujáis a mano y si no, papel de horno, calcáis el dibujo por un lado, le dais la vuelta, ponemos la galleta debajo, con el lado del papel dibujado en contacto con la galleta y volvemos a repasar todos los trazos del dibujo con un lápiz comestible (de los de toda la vida de los niños) y voilá, tenemos el dibujo en la galleta.

Después elegimos los colores y usamos nuestros colorantes, yo suelo usar wilton en gel, aunque algunos de polvo los uso para los matices, y si tenéis algún rotulador comestible, va muy bien para los trazos.

Una ves tenemos todo... ¡A disfrutar!






¡Muchos besos dulces y feliz domingo!

Lidia.