jueves, 31 de marzo de 2016

Tarta de rosas... ¡De pascua!



Hola holaaa!! Ya que sé que la Pascua terminó este domingo pero no pude resistirme a subir otra receta... Es de una tarta... a mí particularmente me encanta, es de mis tartas favoritas, porque una vez que le coges el punto a la manga, no es complicada en exceso y el resultado es precioso.

Pues bien, estoy hablando de una tarta de rosas, que es espectacular por fuera pero además está muy buena por dentro. La podéis usar para diferentes ocasiones, en este caso yo la adorné con motivos de Pascua, pero cambiando la decoración sirve para diferentes celebraciones... o bueno para cualquier otra excusa en la que comer tarta!
Os dejo la receta que utilicé yo, en mi caso opté por un bizcocho de chocolate muy esponjoso pero de textura firme para que aguante la decoración, que al final es pesada y un bizcocho flojito no la resistiría bien. La rellené con merengue suizo de dulce de leche (me resistí para no meter la mano en el bol al terminar la tarta y terminar los restos) y para la cobertura utilicé primero ganaché de chocolate y luego el mismo merengue de dulce de leche.

Receta para el bizcocho de chocolate:
-250 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
-300 g de azúcar
-5 huevos M
-200 ml de nata
-300 g de harina
-140 ml de buttermilk**
-170 g de chocolate/cacao en polvo, sin azúcar que ya va en la receta incluído.
-1 cucharadita de levadura
-Esencia de vainilla si os gusta, o cualquier otra esencia que os guste y le vaya bien al chocolate como puede ser un licor de naranja o menta.

Receta de la ganaché de chocolate
 -400 ml de nata
 -400 g de chocolate negro de repostería, yo utilicé el de Nestlé postres

Receta del merengue suizo de dulce de leche
 -4 claras
 -220 g de azúcar
 -350 g de mantequilla a temperatura ambiente
 -4 cucharadas grandes de dulce de leche

Elaboración del bizcocho

Empezamos precalentando el horno a 180º calor arriba y abajo y preparamos el molde con spray desmoldante o si no tenéis, lo untamos con mantequilla y espolvoreamos con un poco de harina para facilitar el desmoldado.
Una vez preparado esto, ponemos a montar la nata, si tenemos batidora de varillas es más cómodo, a mano podemos montarla también, pero nos va a salir un bíceps que ni en tres horas de gimnasio! 
A parte preparamos la buttermilk, si no la encontráis preparada, no os preocupéis, es sencillo, sólo hay que añadir a la leche normal que tenemos en casa, una cucharadita de zumo de limón y dejarla reposar unos cinco minutos, para que se corte (no os asustéis, es lo que buscamos).
Ahora empezamos a batir la mantequilla con el azúcar y añadimos la vainilla o la esencia (también podéis añadirla cuando pongáis los huevos, suele ligar muy bien con ellos).
En otro bol separamos las yemas y las añadimos a la masa, batimos bien para que se integre y reservamos.
A parte mezclamos la harina con la levadura y el chocolate y una vez mezclado lo tamizamos sobre nuestra masa anterior. Después añadimos el buttermilk, batiendo bien hasta tener una masa homogénea y una vez la tenemos debemos añadir la nata que ya habíamos montado previamente. IMPORTANTE, debemos añadir la nata con movimientos envolventes, lo mismo que vamos a hacer justo ahora cuando añadamos las claras. Cuando hemos añadido la nata, montamos a punto de nieve las claras que reservamos antes y cuando estén firmes las añadimos con los mismos movimientos envolventes. Cuando tenemos la masa lista, la ponemos en el molde que más nos guste, aunque para esta receta es preferible un molde redondo o cuadrado, que no tenga formas excesivas para hacer las rosas con la manga más fácilmente.
Lo metemos al horno y lo dejamos más o menos una hora (procurad no abrir el horno durante la primera media hora, 45 minutos para que no baje), pero de vez en cuando pegad la nariz a la puerta del horno para comprobar que todo fluye. Si al introducir un palillo en el bizcocho sale limpio, voilá! Lo tenemos!.
Parecen muchos pasos pero no os agobiéis, va todo rodado, es un poco pesado lo de montar la nata y las claras, pero al final merece la pena, el bizcocho es suave, delicado, esponjoso... ummmm.
Os dejo una foto de mi primera tarta de este estilo, aunque esta es de Nutella y no de dulce de leche.

Elaboración del merengue suizo y la ganaché

1) Empiezo por la ganaché que es más sencillita, sólo tenéis que calentar la nata hasta que hierva y justo entonces añadimos el chocolate troceado y apartamos del fuego mientras removemos hasta que está todo bien integrado. Una vez lo tenemos lo llevamos al frigorífico unas horas, yo suelo dejarlo toda la noche para que espese bien y me sirva de cobertura.

2) Ahora vamos con el merengue suizo de Nutella. Mi historia con esta receta es un poco particular, en mis inicios con la repostería siempre hacía la típica buttercream, que queda muy bonita pero yo me la metía en la boca y oye que no era capaz de tragarla, ese sabor a mantequilla tan intenso... Sé que hay gente que le encanta pero yo no era capaz con ella, a parte que al principio no había Dios quién la hiciera bien (obviaremos que en mi ignorancia utilizaba margarina y no mantequilla, no lo hagais, no saldrá jaja). Un día leyendo un post, (o el libro, no recuerdo bien) de Alma Obregón, vi la receta de merengue suizo y lo veía tan suave, tan brillante... que me dije que tenía que probarlo, pero la decisión final vino cuando vi su Layer Cake con merengue suizo de dulce de leche, ahí sí que sí, y así fue como me decidí. Es maravillosa, suave, dulce, con un sabor a dulce de leche increíble pero que no te empalaga ni te cansa... no tengo palabras, nada que ver con la crema de mantequilla tradicional.
Bueno una vez contada mi historia empezamos con la receta, os la pongo, pero es tal cual sacada del blog de Alma, aunque con alguna experiencia propia.

Lo primero que hacemos es calentar el azúcar con las claras, al baño maría, sin dejar que pase de los 55º (os confesaré que yo nunca usaba termómetro y un día que iba a regalar una tarta y quería hacerlo bien, me compré un termómetro y casi se me quema el merengue... qué desastre), para que no se nos queme, mientras vamos removiendo. Cuando está integrado, lo llevamos a la batidora y lo batimos hasta que monte y haga picos blandos. Antes de añadir la mantequilla debemos comprobar que está templado, porque si no se nos derrite y tenemos una sopa estupenda de mantequilla y merengue. Vamos añadiendo la mantequilla cortada en trozos y a temperatura ambiente, poco a poco, batiendo a velocidad media (puede parecer que se corta y es un desastre, TRANQUILO TODO EL MUNDO, es normal, darle unos minutos y pasará), y cuando tenemos una crema sedosa y maravillosa, añadimos el dulce de leche, batimos unos minutos más y TACHÁN, el milagro se ha obrado, tenemos la crema más estupenda y fantástica del mundo mundial.

¡VAMOS A MONTAR LA TARTA!

   Bueno, una vez tenemos todo listo, cortamos el bizcocho con una lira o un cuchillo grande, en tres capas (si no os sale, podéis hacerlo con dos), nos quedamos con la que vamos a poner de base y apartamos las otras dos. Si queréis almibarar el bizcocho podéis hacerlo, yo a veces le pongo chocolate fundido, o algún almíbar de frutas, pero con esta receta no hace falta, el bizcocho es esponjoso y tierno por sí solo. En una manga sin boquilla o con boquilla redonda metemos el merengue suizo y cubrimos la base haciendo una espiral desde el centro de la tarta, para que al taparla la crema se extienda de manera homogénea. Ponemos encima otra capa de bizcocho y hacemos lo mismo y luego tapamos con la tercera. Bien, aquí hay dos opciones, una es tapar directamente con el merengue y otra, que ya es de mi propia cosecha es tapar primero con la ganaché. A mí me gusta por el sabor de la ganache y porque sujeta luego muy bien el merengue y además si te queda algún hueco entre rosa y rosa queda bonito igualmente. Bien, pues damos una capa generosa de ganache, y la enfríamos durante una media hora, pasado este tiempo damos otra capa con el merengue (alguna vez que creía que no iba a tener suficiente crema, hice la capa de ganaché y luego empecé directamente con las rosas encima, como más os guste), tras esta capa de merengue llevamos nuevamente al frigo.
Cuando está fría y consistente hacemos un reborde por la base de la tarta con la boquilla que más nos guste, (yo usé una de hoja) para tapar el borde de la tarta, y ya con una boquilla para rosas (yo usé la 1 de Wilton hacemos las rosas), empezando por el centro de la tarta.

Después ya decoramos como más nos guste, le echamos imaginación y listo, tenemos nuestra maravillosa y estupenda tarta de rosas.


domingo, 20 de marzo de 2016

Presentación y... ¡Mantecado tradicional!

Buenos días!!! Antes de empezar me presento... Voy a empezar por lo que dice la cabecera, soy Lidia, una enfermera asturiana que en sus ratos libres se entrega a la repostería. Este es un blog amateur, por lo que más que nada habrá recetas caseras, en las que se verá que son caseras valga la redundancia. No encontrareis recetas perfectas, acabados maravillosos o fotos increíbles, por lo menos no al principio, pero bueno, todo el mundo empieza por algo. 
Lo cierto es que mi inicio en el mundo repostero fue casual, aunque siempre había visto a mi madre hacer recetas tradicionales de mi tierra, frixuelos, rosquillas de anís, bizcochos varios... yo no me había animado nunca a acercarme a repostear.  Pero como cambian las cosas, no sé como ha pasado tan rápido el tiempo desde aquellas primeras galletas de nata que me animé a hacer hasta ahora que mi casa se ha llenado de espátulas, mangas, moldes y adornos varios... Los primeros intentos fueron desastrosos, así que si alguien está ahora empezando y las cosas no salen como queremos... ¡Que nadie desespere! Mi primera tarta de fondant fue lo segundo que hice en el mundo repostero, así que ya podeis imaginar que fue un poco a lo loco. El fondant aún no era del todo conocido en España aunque ya había blogs y tiendas especializadas, pero todavía no había tenido contacto con él, así que la primera vez que me vi con él en la mano a modo masa de pizza... me entraban sudores. De hecho prefiero no mirar las fotos de aquella tarta...aunque he de decir que en mi entorno encantó! (Es lo que tiene que ellos tampoco sean expertos), de hecho cuando le conté a mi cuñada que iba a usar fondant me preguntó si iba a cubrir la tarta con "chocolate de ese de fundir"...
Bueno... después de aburriros con todo esto, voy a colgar mi primera receta (¡Qué nervios!), es una receta muy antigua, tradicional, de la zona de Avilés, en Asturias. Es un bizcocho de mantequilla que no lleva levaduras, aumenta de tamaño gracias al batido de los huevos, el azúcar y la mantequilla. Aquí es típico que los padrinos lo den a sus ahijados en las fiestas de pascua. En estas fechas se hace en moldes especiales, hechos a mano, (si no los tenéis, valen cuadrados), aunque en muchas pastelerías los tienen todo el año en moldes rectangulares.
Este que os enseño es el segundo que he hecho, el primero fue un poco desastroso, no tenía los moldes, no controlaba muy bien la técnica... pero este ya salió mejor. Yo he adaptado un poco la receta tradicional en cuanto a cantidades y a que he añadido un par de esencias para darle un toque un poco más especial.
Receta de mantecado tradicional de Avilés (adaptada por Lidia Fdez). Para tres moldes.
650 g de mantequilla de buena calidad a temperatura ambiente
650 g de azúcar
650 g de harina
650 g de huevos (pesados con cáscara, en mi caso 10 huevos M) A TEMPERATURA AMBIENTE
Ralladura de un limón
Un chorrito de anís
-Para el glaseado:200 g de azúcar glas y leche al gusto, en función de lo espeso que os guste. (Mucha gente usa agua, el usar leche es para que quede más blanco aún, cada uno lo que prefiera).
En esta receta es muy importante la mantequilla. Si la mantequilla no es de muy buena calidad, lo recomendable es blanquearla, es decir ponerla a hervir y cuando hierva dejarla cocer 5 minutos y retirar. Después se cuela y nos quedamos con toda la grasa de la mantequilla, es una mantequilla deshidratada, que aguanta mucho tiempo, se conserva muy bien. Si hacemos este proceso debemos dejarla solidificar antes de usarla. Si la blanqueais, calculad un tercio más en la receta, es decir al cocerla pierde un tercio del peso por lo que habría que poner unos 800 g.
En mi primer intento esto fue un desastre porque la puse al fuego y más que blanquearla la oscurecí... vamos que tal vez se me quemara un poco, encima iba tarde, se me acabó la paciencia... y no la dejé solidificar... pero bueno al final no fue tan malo el resultado así que ante los imprevistos, no  hay que desesperar!
Esta vez ya compré una mantequilla casera por lo que me salté el paso de blanquearla. Aclarado esto... vamos a empezar!
El primer paso es batir la mantequilla con el azúcar hasta que adquiera una textura ligera y espumosa. Es una maravilla, cuando ves como va blanqueando y adquiere una textura sedosa. En este momento añadimos los huevos uno a uno hasta que se integran bien, y si usamos esencias las añadimos. La receta tradicional no las lleva, otros ponen vainilla, yo puse limón y anís porque me recuerdan a las recetas de mi madre, y la verdad que salió espectacular de sabor.Puede parecer que se corta un poco la masa, no os preocupeis, batid un poco más y desparecerá.Después añadimos la harina tamizada con movimientos envolventes, nos damos un poco de prisa para que no baje la masa con el aire que introdujimos al batir. Tened precaución con el bol porque vamos a trabajar con cantidades grandes (yo tuve que cambiar de bol y casi tengo que mezclarla a mano!).Una vez lo tenemos mezclado, lo colocamos en los moldes previamente engrasados y lo metemos al horno precalentado a 180 grados con calor arriba y abajo. Depende del horno, yo metí los tres bizcochos a la vez y en 45 minutos estaban listos.Cuando están fríos del todo ponemos el glaseado. Yo no he puesto mucha cantidad porque en casa no nos gusta, cada uno como más le guste.